SOBRE LA MARCHA
Por ELIDES J. ROJAS L.
Por ELIDES J. ROJAS L.
El desmadre del desmadre
16.10.2013
11:48 AM
11:48 AM
HR: es lo que en beisbol llaman un tablazo de cuatro esquinas. Se prepara el pitcher. No está de acuerdo con lo que le pide el cátcher. Otra negativa con vaivén de cabeza. Listo. Hace los movimientos. La pierna derecha se eleva por encima de los hombros, la pierna zurda sirve de apoyo a lo que se espera será una bala indetenible. Comienza la caída del lanzador de la lomita y simultáneamente suelta el brazo izquierdo, su brazo, como un verdadero latigazo que sale brioso del guante. Allá va una cosa redonda que cuando está en la mano es dura, forrada en cuero, con costuras rojas sobresalientes a cada lado; pero que cuando viene hacia el bateador es una rayita blanca que además silba. Tzzzzuuuuuzzz. Más nada. Ni se ve. Haga la prueba. Párese ahí, a un lado de la goma para que vea lo que es bueno. Pegarle a esa bala es cosa de ojos, vista, cejas, brazos, piernas, Dios, sincronización y hasta lo que en criollo se llama leche.
Y leche fue lo que le sobró al comandante muerto durante los 14 años en que estuvo montado en la lomita. Precios petroleros volando, amor parejo, credibilidad, triunfos seguidos, bola rápida y a las esquinas, apoyo de los cubanos, unos Estados Unidos cándidos y muy amigables, una oposición que se equivocó por aplicar estrategias demasiado inmediatas y, claro que sí, extremistas aunque se diga que legítimas. Todo eso favoreció al pitcher ganador. Pero, al terminar, tenía que pasar lo que pasó. Ya en los días finales del finado no era el mismo pitcher. Cada vez tenía que aplicar más la trampa para ganar. Su último triunfo, bien apoyado por el clan de enchufados corruptos que tienen más miedo de perder su libertad que los reales mal habidos, apenas sirvió para ratificar que era un fraude ambulante corrupto como el que más y alcahueta de los ladrones que lo heredaron. Un chorrito de pus, le decían a los pitchers quemados de bolita suave y grandota como un melón.
Pura labia la del comandante que arrancó, dejando este rollo, al otro lado del universo, el lado más caliente, como dicen en los callejones de los barrios. Vaya a Valencia ahorita, antes de que lo quiten y verá al famoso pitcher zurdo abrazado en afiches callejeros, casi que de besos, con el alcalde de Valencia, un ladronazo que acaban de botar junto a su también ladronazo hijo del partido por la sola ocurrencia de no respetar la línea de la mafia. Si no estaría ahí. Robando más. Reelecto. Eso sí. Abrazado al comandante muerto y esperando para abrazar al heredero. Como lo hizo. Hasta Cilia Flores lo aplaudió más allá de la alegría normal. A los presos ladrones les quedan tres opciones. O se van a la DEA, o se dejan clavar 100 años o los matan. Por ahora están protegidos entre panas. Presos, pero entre panas.
Lo concreto es que el finado dejó que otros robaran parejo y dejó que se robara a favor de su familia y amigos. Era el capo. Vean cómo viven y dónde viven. Vean cómo viajan. Ahí no hay prensa golpista que valga. Ojos y más nada. Y el heredero, que está ahí de pura leche también, tiene menos carácter que un gatico recién nacido. Son los herederos del desmadre, los herederos del país donde todo el mundo hace lo que le sale del forro del paltó y jamás pasará nada mientras usted sea de la corte de las franelas rojas. Ese estilacho de gobierno y de construir un país lo inauguró el comandante muerto y lo está consolidando el heredero. Ahora tendrá Habilitante para seguir armando la mafia más poderosa del Caribe. Y con los Castros como jefes del desmadre.
Cambio de pitcher. Se prepara. Lanza. Y ahí va una tabla más larga que la que le pegaron al anterior. Gana el desmadre. Y por paliza.
Tzzzzuuuuuzzz. ¡Ponchao! No el heredero. Ese, y los suyos, están hechos. El ponchao es el pueblo venezolano.
Twitter: @ejrl
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