domingo, 30 de junio de 2013

SOBRE LA MARCHA
Por ELIDES J. ROJAS L.


La farsa vive. La farsa sigue

30.06.2013
01:37 PM
Se entiende perfectamente que un clan cívico-militar  que debe hasta el modo de caminar al comandante muerto, le rinda homenaje, le jale y lo nombre a cada minuto. Se entiende que lo hagan entre ellos, en sus reuniones, en sus constantes visitas a los más caros restaurantes de Caracas. Se entiende que traten de mantener viva la imagen y presencia del líder para poder seguir comiendo del plato que el finado les sirvió. Todo puede entenderse, en medio de una dependencia absoluta en términos de vida e influencia política, incluso que traten de forzar la vigencia del discurso castrista del muerto para construir la idea de que Chávez vive, la lucha sigue. La realidad es otra.


¿Quiénes siguen hablando de Chávez? Maduro, el tren ejecutivo, los parlamentarios, los gobernadores, los militares y los enchufados. Hasta ahí. Justamente el grupito que lo necesita para seguir pegados con cierta estabilidad. Sin Chávez, como ya está ocurriendo se tambalea toda esta farsa. Maduro intenta, pero no tiene credibilidad ni fuerza ni piso político suficiente. Si efectivamente ganó  y así queda registrado lo hará con una ventaja realmente pírrica, gracias al muerto justamente. No obstante, se empeña en tratar al resto del país como si él fuera el comandante fallecido y además hubiese ganado las elecciones con más de 60%. Nada de eso. Lo que comienza a haber es una estructura realmente dictatorial. Es, a la hora de la verdad, la única manera de mantenerse en el poder sin contar con la fuerza del muerto.


Nadie en la calle habla de Chávez. El pueblo normal, la sociedad en general, ya metió a Chávez en los archivos y comienza a otorgarle las culpas que le corresponden. ¿Cuáles son los temas de conversación? La inflación, mataron a fulanito para quitarle el celular, no hay harina, llegó papel toalet. Dónde conseguiste el repuesto para el carro. Todo está tan caro. Sabes cuánto cuesta una botella de whisky 12 años. Secuestraron al hijo del doctor. Y casi siempre se remata con algo así: tamaño desastre nos dejó el comandante muerto, qué desgracia. El y los cubanos. Y para rematar nos regaló con corazón y todo a Maduro.


El tema no es la gloriosa gesta libertadora mundial del muerto ni su supuesta heroicidad. Tampoco se habla de su competencia por entrar en la historia con el Che y de sus autodenominación como corazón de la patria. Esa es la intención de la cúpula. Si eso ganaba fuerza, pues los enchufados seguirían ahí en nombre y representación del santo. Pero no está ocurriendo. Al contrario, la farsa está cada vez más al descubierto.

    
Imponer al muerto se hizo parte del protocolo. Más nada. Canta el Himno Nacional. Abre actos oficialistas. Está todos los domingos repitiendo promesas y cosas que nunca cumplió en el Aló Presidente de la red de medios públicos. Están sus ojos en alguna franelas desteñidas y aparece por ahí en uno que otro afiche de su última campaña, cuando usó una foto de hace 10 años. De resto nada del comandante. Al menos nada bueno. Si algo perjudica al finado es la terrible actualidad llena de carencias y de problemas. Además de la cubanización que se percibe en cada esquina, la sensación de que su herencia destruyó al país y que ni Pdvsa quedará en pie cuando esto termine.


La farsa vive, la farsa sigue. No parece.


Twitter: @ejrl

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