sábado, 23 de febrero de 2013

Simonovis como trofeo

Jesús Peñalver
(@jpenalver en Twitter)
CARACAS (infoCIUDADANO)
23/Feberero/2013
Consigno por anticipado mi eterna gratitud al comisario Iván Simonovis, por su apoyo y actuación en dos hechos fundamentales en mi vida que imborrables permanecerán mientras exista memoria.
Uno se refiere a aquel infausto 26 de enero de 2000, cuando nos tocó soportar la triste experiencia de un asalto-secuestro. Hoy tengo a mi hijo y a su mamá con vida, gracias a la ingenuidad de mi hijo que en el infausto momento, y la mano de Dios, tocaron el corazón de uno de los bichos desalmados que los habían secuestrado, y decidieron dejarlos con vida.
Puesta la denuncia y luego de haber conversado con Iván –entonces destacado funcionario al servicio de CTPJ- no solo percibimos profesionalismo en su desempeño, sino también la calidez humana en el trato, el consejo oportuno y su decidida disposición a resolver el caso. No nos conocíamos, de modo que no dudamos en ningún instante que ese ha debido ser siempre el comportamiento de un profesional. Sin más detalles, el asunto fue resuelto.
Tiempo después, en abril de 2002, (“yo lo viví”, diría nuestra querida y recordada Rosalía Romero) pudimos observar in situ, como Iván Simonovis procuraba ofrecer la mayor seguridad a quienes marchábamos pacíficamente, no a “tumbar” gobierno alguno, sino a protestar por las innumerables tropelías cometidas por aquel que feneció el pasado 10 de enero, y que al parecer continúan con el des-gobierno usurpador que se hizo del poder, suerte de ñapa absurda e inconstitucional, avalada por un bodrio-sentencia del TSJ.
Pues bien, o mal, hoy Iván sufre un martirio más de esa cadena de infortunios que le ha propinado el tripaflojismo del siglo XXI, y la continuación macabra que encarna Nicolás Maduro y su séquito.
Un tribunal de Aragua con su títere a la cabeza, siniestro operador de la satrapía co–comandante, ha negado la medida humanitaria en su favor para que ejerza su derecho a la protección de la salud, como contenido fundamental del derecho a la vida. En su lugar, el verdugo sumiso y rastrero, lo ha confinado a una mazmorra militar: ramo verde. Guarida militar para un civil inocente.
No se exagera cuando se afirma que esta sentencia es una condena a muerte.
No olvidemos que su hija Ivana, en sentido testimonio público, ha comparado los huesos de su padre con la fragilidad de una galleta.
Sendos dictámenes médicos de distintos especialistas, no dejan duda acerca del delicado estado salud del inocente prisionero, de manera que desatender tales informes inmisericordemente, no es otra cosa que una muestra más de la maldad que caracteriza a un régimen de ideas explosivas y planes diabólicos, cuyo alimento es el odio y el resentimiento. ¿Humanismo socialista? ¿dónde?
Ha pretendido el régimen lavarse la cara ante el mundo, presentando a Iván Simonovis como trofeo, la prueba que demuestra el “golpe de abril”, la decencia y legitimidad de un gobierno que no las tiene.
El Comisario es inocente, basta revisar las declaraciones de Eladio Aponte Aponte, para corroborar la forma perversa como se ha manejado el sistema judicial venezolano durante estos tortuosos catorce años.
La barbarie y sus malandros podrán lavarse el rostro, pero la conciencia nunca porque hasta allá no llega ni el agua ni el jabón. Se rompen los espejos.
Han olvidado que su máximo jefe, en el año 1994 recibió la gracia presidencial del sobreseimiento de su causa de parte del presidente Rafael Caldera, en secreto acuerdo con el jefe adeco Luis Alfaro Ucero y el apoyo de los miembros del Alto Mando Militar. Todos ellos estuvieron de acuerdo con la libertad a los militares alzados en 1992 “para sanar las heridas en las fuerzas armadas causadas por los levantamientos del 4F y el 27N” con sus secuelas de heridos y muertos
Insisto, los presos políticos en Venezuela tienen dos enemigos: un Poder Judicial que es la negación de la justicia y el olvido por parte de la nación.
La garrulería y la incontinencia verbal de poco aporte han sido a la hora de la solución de algún problema, cuando más han servido para condenar a quienes las practican, de allí el dicho: dueño de lo que callo y esclavo de lo que digo.
ILUSTRACIÓN @milagrosblue, para infoCIUDADANO.

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