miércoles, 27 de febrero de 2013

El hombre nuevo

26.02.2013
06:15 PM


Son 14 años en el poder, no del líder del proceso, quien  hace algunos meses ya no gobernaba y ahora menos. Pero sí existe, fuertemente acendrada, la filosofía del Socialismo del Siglo XXI, lineamientos generales que han ido concretando poco a poco el nacimiento del hombre nuevo que, dicho sea de paso, ya anda por ahí.

El hombre nuevo, en plena formación, pero ya bastante adelantado, comienza a florecer por todos los rincones de esta revolución salvadora del mundo. No es que esté completico. Le falta todavía, pero está en esto. Es cosa de esperar unos seis años más, con la sucesión del ausente al frente, para que se acelere el modelo. Por ahora vamos a limitarnos a indicar una serie de características visibles que señalan hacia el parto definitivo.

El hombre nuevo aprueba la devaluación. Dice a grito limpio, en las calles o en televisión, que bien bueno  que devaluaron el bolívar tísico porque los pobres ni tienen ni usan dólares. Probablemente tampoco usen medicinas o tampoco tienen que reparar las busetas o las motos. El hombre nuevo no le gusta trabajar. Prefiere, cosa muy cubana, que el gobierno le regale apartamentos, le ponga becas quincenales, le mantenga a los hijos, le compre la comida, lo saque a pasear. Si fuera por el hombre nuevo, se levantaría a las 11 de la mañana, iría al comedor popular, iría a la partida de dominó del día, otra vez al comedor popular. Llegó la noche y entonces lo que viene es caña pareja hasta las 2 o 3 de la mañana. Buena jornada pues.

El hombre nuevo aprueba la nueva Ley del Trabajo. Eso le otorga más días libres y además hay una muy buena tendencia a seguir aumentando los días de asueto y los feriados. Al final Venezuela será otra Cuba. Nadie trabajará. A lo sumo se venderán quemaítos y chicha, pero no habrá quien compre. El hombre nuevo le gusta ser muy paciente bajo el sol. Espera horas y horas para comprar un paquete de harina, aunque si se la regalan más abajo haciendo una cola más larga, estaría en la gloria.

El hombre nuevo no resiste los horarios ni la disciplina que se requiere para ser empleado en cualquier sociedad. El hombre nuevo es de los que prefiere ser llamado emprendedor de la calle. Ese se traduce en buhonero, refresquero, vendedor de CD. Son muy buenos como mototaxistas, pero mejor lo hacen en tareas como lavador  de carros en la calle o gestor del partido.

No es fácil ser hombre nuevo. Eso hay que decirlo. Hay que estar muy en línea en eso de ser rico es malo. Hay que estar convencido de permanecer en la miseria toda la vida, pues la categoría hombre nuevo implica no estudiar y si estudia pasa fácil. A nadie raspan en el sistema educativo creador del hombre nuevo. Pero la peor prueba de ser un buen hombre nuevo es ver cómo se enriquecen los líderes de la revolución, como sus hijos, hermanos, mujeres y amigos se enriquecen, violando el acuerdo previo que los obliga a la miseria eterna. Eso es difícil. Hay que tener mucha convicción de pata en el suelo. Hay que contentarse cada vez que ven a un hijo o hija de prócer rojo montado en esos aviones de lujo de Pdvsa rumbo a la francachela revolucionaria que toque. Nunca ponerse bravo. Al contrario. Como diría la mejor encuesta pro oficialista: eso tiene más de 70% de aprobación. Como la devaluación.


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