El Nuevo PAÍS             15 de Septiembre de 2012


                                                          LIMPIAR LA POLÍTICA
                                                   Rafael Poleo       Corto  y  Profundo

El descrédito de la política como profesión es una de las razones por las cuales la democracia venezolana colapsó en 1998. Ese descrédito se debió a la corrupción desatada por los auges dinerarios de los años setenta. Con la  muerte de Betancourt cedió el último dique de contención y los traficantes financiadores de políticos se convirtieron en los dueños del país. Por ahí, en una degradación progresiva, llegamos al gobierno más ladrón que ha tenido Venezuela -el actual-. El caso del político que recibió soborno de un traficante petrolero es un rezago de esa vieja política. Lo distinto ha sido la reacción de sus compañeros de tendencia: excecrarlo del gremio. Eso hacía Betancourt -"Echarlos a patadas del partido", fue su frase-, y eso hay que hacer para limpiar la política y para que ésta recupere su prestigio. El chavismo no puede hacerlo, porque, físicamente, nadie puede patear su propio trasero.

Pero las nuevas generaciones de políticos sí pueden abrir una nueva etapa gloriosa de la política, como la que protagonizó Rómulo Betancourt.

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