SOBRE LA MARCHA
Por ELIDES J. ROJAS L.
Por ELIDES J. ROJAS L.
07.10.2012
09:15 AM
Para eso existe la democracia. Para que
la gente, el pueblo o los ciudadanos, como se quiera llamar, decidan por
medio del voto y participen en el desenvolvimiento normal de la vida
del país. Es, entre muchos atributos uno de los más importantes y
esenciales al concepto. Por eso, un dictador serio, lo primero que se
plantea, además de sabotear la forma de vida de su propio pueblo, es
eliminar o controlar los comicios. En algunos lugares del mundo los
ciudadanos hasta se matan en las calles por alcanzar ese Derecho y poder
participar en el diseño del país que quieren.
Por eso hay que votar. Ese derecho a ser protagonista y no testigo de la historia no debe estar sujeto a negociación y menos a apabullamiento por parte de los gobiernos ni por sus Fuerzas Armadas ni por los Poderes Públicos. No es lo que el dictador quiera. No es lo que el continuista eterno quiera. Depende del pueblo. Tanto quién lo gobernará y qué tipo de sociedad quiere.
Y de algo estamos seguros. La mayoría de la gente no quiere un país hundido en la miseria, sin empleos, sin empresa privada, donde la mano poderosa de un caudillo decida hasta qué se come y que productos importar para que la gente coma o se vista. Pues esa es otra, los pueblos en principio tampoco quieren que todo su ingreso sea destinado a comprar todo lo necesario para vivir en sociedad, sociedad precaria y mísera, pero es lo que hay. La ecuación es fácil: el caudillo se apodera de todo, el caudillo es el dueño de todo y desde el trono decide a quién mete preso, a quien y cuando lo saca de las cárceles, qué se debe estudiar en las universidades del gobierno y qué carreras y dónde se puede estudiar fuera del país. No es lo que regularmente desea un país como sistema.
Ninguna población, salvo que esté oprimida y esclavizada, escoge como forma de vida un sistema donde un señor feudal, luego de apoderarse y modelar todas las instituciones como le salga del bolsillo donde va el pañuelo, se plantea primero, quedarse en el mando hasta que muera, generar toda clase de privilegios para su familia, amigos y el grupo que lo sostiene en el poder. Eso no es democracia. Eso es una tiranía. Nadie en su sano juicio, por mucho que ese mismo jefe lo mantenga, le regale cosas y hasta le diga a qué santo rezar, va a preferir una esclavitud maquillada, a crecer y desarrollarse junto a su familia en un ámbito de libertades, donde, además, los Derechos Humanos y todos los Derechos fundamentales estén plenamente garantizados. La mayoría del mundo, y eso es notorio, prefiere vivir en una sociedad en la que los malandros no sean los jefes de las calles, donde no los maten por un pañuelo y donde caminar en grupo o solo, a la hora que sea, no se convierta en el Paso de Los Andes. La gente, en términos normales, quiere un buen sistema de transporte, vivienda, suficiente oferta de alimentos, un trabajo digno, una buena educación, oportunidades, una unidad monetaria fuerte y sólida. Desea que si gana el equivalente a 500 dólares, por ejemplo, al mes pueda ir a un banco y convertirlo si lo necesita sin más problemas que la cola o el trámite.
La mayoría de la gente quiere vivir en paz y saber que le espera un futuro sano y de progreso a su familia, a sus hijos, nietos, al país. Y en la sociedad que ayuda a diseñar y construir. No la que le impongan.
Hablamos de Cuba y los Hermanos Castro, por supuesto. El país que no queremos ser tampoco. Ese no es un sistema sano. Es una cruel dictadura. Aquí, en nuestro país, aprovechemos el voto, usemos ese Derecho clave, a pesar de todos los problemas y ventajismos.
Participemos y decidamos.
Twitter: @ejrl
Por eso hay que votar. Ese derecho a ser protagonista y no testigo de la historia no debe estar sujeto a negociación y menos a apabullamiento por parte de los gobiernos ni por sus Fuerzas Armadas ni por los Poderes Públicos. No es lo que el dictador quiera. No es lo que el continuista eterno quiera. Depende del pueblo. Tanto quién lo gobernará y qué tipo de sociedad quiere.
Y de algo estamos seguros. La mayoría de la gente no quiere un país hundido en la miseria, sin empleos, sin empresa privada, donde la mano poderosa de un caudillo decida hasta qué se come y que productos importar para que la gente coma o se vista. Pues esa es otra, los pueblos en principio tampoco quieren que todo su ingreso sea destinado a comprar todo lo necesario para vivir en sociedad, sociedad precaria y mísera, pero es lo que hay. La ecuación es fácil: el caudillo se apodera de todo, el caudillo es el dueño de todo y desde el trono decide a quién mete preso, a quien y cuando lo saca de las cárceles, qué se debe estudiar en las universidades del gobierno y qué carreras y dónde se puede estudiar fuera del país. No es lo que regularmente desea un país como sistema.
Ninguna población, salvo que esté oprimida y esclavizada, escoge como forma de vida un sistema donde un señor feudal, luego de apoderarse y modelar todas las instituciones como le salga del bolsillo donde va el pañuelo, se plantea primero, quedarse en el mando hasta que muera, generar toda clase de privilegios para su familia, amigos y el grupo que lo sostiene en el poder. Eso no es democracia. Eso es una tiranía. Nadie en su sano juicio, por mucho que ese mismo jefe lo mantenga, le regale cosas y hasta le diga a qué santo rezar, va a preferir una esclavitud maquillada, a crecer y desarrollarse junto a su familia en un ámbito de libertades, donde, además, los Derechos Humanos y todos los Derechos fundamentales estén plenamente garantizados. La mayoría del mundo, y eso es notorio, prefiere vivir en una sociedad en la que los malandros no sean los jefes de las calles, donde no los maten por un pañuelo y donde caminar en grupo o solo, a la hora que sea, no se convierta en el Paso de Los Andes. La gente, en términos normales, quiere un buen sistema de transporte, vivienda, suficiente oferta de alimentos, un trabajo digno, una buena educación, oportunidades, una unidad monetaria fuerte y sólida. Desea que si gana el equivalente a 500 dólares, por ejemplo, al mes pueda ir a un banco y convertirlo si lo necesita sin más problemas que la cola o el trámite.
La mayoría de la gente quiere vivir en paz y saber que le espera un futuro sano y de progreso a su familia, a sus hijos, nietos, al país. Y en la sociedad que ayuda a diseñar y construir. No la que le impongan.
Hablamos de Cuba y los Hermanos Castro, por supuesto. El país que no queremos ser tampoco. Ese no es un sistema sano. Es una cruel dictadura. Aquí, en nuestro país, aprovechemos el voto, usemos ese Derecho clave, a pesar de todos los problemas y ventajismos.
Participemos y decidamos.
Twitter: @ejrl
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