Los días contados por Marianella Salazar @AliasMalula
21 Aug 2013
Como en Venezuela ya no se produce nada, ni siquiera la gasolina -que
estamos importando para abastecer el mercado nacional y cumplir los
irracionales acuerdos con otros países -, los dólares son el único
instrumento para resolver la agobiante crisis alimentaria y de todo tipo
de necesidades básicas que estamos sufriendo.
En poco más de cien días de gobierno, el equipo de Nicolás Maduro se
las ha ingeniado, con unos controles disfrazados de subastas, para
disparar el precio de la divisa estadounidense a precios inalcanzables
en el mercado paralelo, que es el único que puede aliviar a los
importadores, el comercio y los ciudadanos necesitados de algún un bien,
incluso de primera necesidad, que no se consiguen en Venezuela.
La escasez de alimentos, medicinas, papel (higiénico, resmas para
oficinas, para publicaciones, etc), además de la crisis hospitalaria y
los cierres progresivos de servicios de salud en centros privados,
será cada vez peor y aunque la población se encuentra desmovilizada, en
una aparente resignación, el disgusto por el rumbo que Maduro le está
dando al país es demasiado grande. En cualquier momento saltara la
chispa que incendiará la pradera, como ha sucedido en otros países, por
mucho menos de lo que sucede en Venezuela. Hay que recordar que hace
pocas semanas, un país que se presenta como modelo de progreso económico y
social como Brasil, por un pequeño aumento en el valor del pasaje de
autobús se desataron grandes protestas, con hechos violentos, que
movilizaron multitudes, que salieron a las calles sin líderes
identificables, ni una agenda, pero unidas por un sentimiento común de
gran insatisfacción. En Venezuela como no existe crecimiento económico,
oportunidades de empleo, hay una permanente devaluación de la moneda,
escasez e inflación -solo en alimentos supera 70%-, las expectativas de
mejorar la calidad de vida se ven frustradas. La gente está preocupada
por el futuro, la mayoría de las encuestas revelan que el venezolano
piensa que las cosas van a empeorar más de lo que están.
Es tal el drama en la clase media, que muchos han tenido que retirar
las pólizas médicas o de automóviles porque no consiguen como pagar las
mensualidades sin tener que reducir el pan de la boca a sus hijos. La
familia venezolana vive día a día el drama de subsistir y de salvar la
vida, de manos de la delincuencia, cada vez más desenfrenada y a prueba
de planes gubernamentales como el de Patria Segura. En ese contexto,
¿cuáles son las perspectivas que le esperan a los jóvenes en un país
plagado de calamidades públicas, sin oportunidad de trabajo, ni poder
disfrutar de la vida a la que tienen derecho, sin esa terrible
“sensación” de inseguridad?.
La paciencia tiene un límite y los responsables de la destrucción de
nuestras industrias básicas, del saqueo a la nación, que han hecho
posible ésta situación de agobio, no podrán distraernos con poderes
especiales para perseguir una corrupción auspiciada y protagonizada
desde el alto poder. La oposición no puede perder la oportunidad de
debatir sobre la corrupción con Nicolás Maduro, porque de la apropiación
de los dineros públicos solo puede dar cuenta el gobierno.
Con el debate sabríamos cómo surgió la llamada “boliburguesía”, por
qué se han negado a investigar el hallazgo de miles de toneladas de
alimentos descompuestos en Pdval o los que se registran en Cadivi, la
industria petrolera y en la eléctrica, por citar algunos casos. La falsa
campaña anticorrupción de Maduro no es más que un trapo rojo para
desviar la descomunal crisis económica, que será el detonante para
desalojar a Maduro definitivamente del poder.
@NelsonBocaranda
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