El enfermo se nos muere…
septiembre 7, 2014 7:20 am
Los
más ingenuos pensaban que del “sacudón” saldrían las reformas
económicas anunciadas a cuentagotas por el hasta hace días poderosísimo y
hoy descabezado Rafael Ramírez: unificación de los tres tipos de
cambio, fuertes medidas fiscales, aumento de la gasolina y hasta lo
increíble en un gobierno dilapidador e hipertrofiado por la burocracia
inepta: disminución del gasto público.
Es –dicen los
expertos– lo que exige la crítica situación de Venezuela, expresada en
desabastecimiento de nación en guerra, sequía de divisas y déficit
fiscal monstruoso, inexplicables en un país que alardea de tener las
reservas petroleras mayores del mundo, y una inflación tan escandalosa
que el Banco Central, al servicio del régimen, ha silenciado por tres
meses consecutivos, además de ocultar los crecientes índices de escasez y
las cifras del PIB. La razón de esa inconstitucional omisión sería que
desde hace dos meses la inflación de alimentos sobrepasó el 100%.
Ya
el escueto mensaje oficial “desconvocando” a la prensa nacional e
internacional a la presentación del “sacudón”, nos confirmaba que el
horno del “orador” no estaba para los bollos que seguramente tenían
listos los corresponsales extranjeros, sobre todo después del demoledor
editorial del día anterior en El País de Madrid (“Economía destruida”)
en el que –además de otras verdades urticantes– dice que “Maduro no
puede permanecer ajeno al desplome económico y a la tragedia social
resultantes en nombre de una política que ha retrotraído a Venezuela
varias décadas atrás”.
Así que no es de extrañar que
iniciase su “sacudón” con una descarga verbal contra las agencias AP y
Reuters, porque suponía que no se tragarían las delirantes cifras de
desempleo e inflación que los inhábiles prestidigitadores oficiales le
prepararon para tal ocasión. (“Si aquí hubiese un gobierno de derecha la
inflación se hubiese disparado a 20% o 25%”, dijo Maduro mostrando las
láminas con la ficción oficial, obviando que la inflación de hace tres
meses ya alcanzaba 69% y la de alimentos superaría el 100%. Y cínico
añadió “tener la certeza absoluta de que el modelo económico social del
socialismo bolivariano es un modelo exitoso”).
Digámoslo
de una vez: el “sacudón” dejó muy claro que no va a haber ninguna
reforma económica que intente paliar la agonía del país, como había
estado repitiendo el destituido vicepresidente Rafael Ramírez a la
comunidad internacional, sino la consolidación del castrocomunismo en
Venezuela con abierto apoyo militar, y eso es mucho más grave que la
irrelevancia respondida por la MUD sobre los “cambios cosméticos”.
Maduro respondió a la sofocante crisis con más castrocomunismo a la
cubana y no con medidas urgentes para combatir la creciente escasez, la
inflación, la carencia de divisas, la caída de la industria y
agricultura, y la alta criminalidad.
La nueva función de
Jaua y los restantes cambios distan mucho de ser “cosméticos”: Maduro
les entrega a los militares los ministerios y organismos que controlan
las finanzas, la alicaída producción y la importación de alimentos. 33%
de los ministros son militares, nos dice Rocío San Miguel; por otra
parte, los civiles de áreas sociales claves están por su militancia
sectaria hacia el castrocomunismo y no por su capacidad para aliviar los
problemas del pueblo, como vuelve a ocurrir con el Ministerio de Salud.
El
historiador Ángel Lombardi lo tiene muy claro: “Las medidas solo
pretenden hacer cambios drásticos, no para gobernar a favor del pueblo,
sino para afianzarse en el poder”. Y cuando el pueblo se amotine (como
le ocurrió a Maduro este jueves en Aragua al responder airadamente)
porque cada vez hay menos comida, o se mueren de mengua en los
hospitales, o nunca llega la vivienda prometida, para eso están los
militares expertos en represión, tan abiertamente ensayada contra los
estudiantes.
A Maduro le importa un rábano que The
Economist diga que Venezuela es el país con el mayor déficit
presupuestario entre las 58 economías más grandes del mundo y el segundo
con mayor recesión económica en 2014 (superada por Ucrania, en guerra
alimentada por el pana Putin). Ni que organismos internacionales
pronostiquen más recesión, inflación, escasez y tensión social.
Ni
que caigan los bonos. Posiblemente sí le importe cómo va a pagar el
próximo octubre los 4.933 millones de dólares por vencimiento de los
bonos Pdvsa y Global 2014, porque de caer en “default” se cierra el
chorro de los préstamos en dólares que aceitan la voracidad del régimen.
Lo que más le importa a Maduro es que cuenta con ese 33% de militares
(puestos “donde haiga”) que frenarán las crecientes demandas populares y
las protestas de la disidencia.
El país enfermo se nos
muere y las esperanzas de democracia también, si la oposición sigue
pensando que apenas estamos frente a un mal gobierno al que podemos
sacar solo con votos. Este es un régimen castrocomunista con abierto
apoyo militar. Parece que se nos olvida que los Castro llevan más de 50
años en el poder.
mcolomina@gmail.com
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