ELIDES J. ROJAS: Algo más que verbo
“El régimen pierde mucho tiempo
en discursos y habladeras..”
■ Llegó el tiempo de las acciones.
La
situación que atraviesa Venezuela, en medio de una innegable crisis
social, económica y política, requiere algo más que retórica y discurso
comunista. Mientras el país se consume y se hunde en la pobreza,
mientras el salario se lo come la inflación, mientras la inseguridad
deja sus tenebrosas huellas en las calles; la clase política, los dos
grandes pedazos, no hacen más que darle vueltas a la diatriba que los
mantiene cada vez más lejos de la gente.
En la historia contemporánea es la lengua, en su concepto más amplio,
la que ha dominado el escenario político, salvo en tiempos de Juan
Vicente Gómez, quien prefería usar el fuete más que sus cuerdas vocales.
Pero es justamente en estos últimos casi 16 años de gobierno cuando la
verborrea se ha desatado llegando a extremos de real incontinencia. En
los mejores tiempos de Chávez, cuando estaba en el apogeo de su carrera
cívico-militar era imparable. Discursos de nueve horas, cadenas de ocho
horas, programas dominicales de más de cinco horas en promedio. Eso era
dale y dale. Muchas veces lo hacía en la mañana, en la tarde y cerraba
metiéndose en programas ajenos en horas de la noche. Si se recogieran en
impreso todos los dichos de Chávez seguramente se podría llegar a la
luna sobre una alfombra de papel. Por otra parte, y como si fuera poco,
más o menos la misma distancia pero repartida entre varios, tipo MUD,
cubrirían las respuestas de la oposición al comandante fallecido. El
resultado no es nada bueno. Se resume en el país que tenemos.
Maduro va por la misma vía y su contraparte mantiene la estrategia.
Maduro dice que vamos a un nuevo modelo comunicacional y le responden
que estamos en medio del dominio absoluto de los medios de comunicación
por parte del gobierno y sus allegados. Ese es el nuevo modelo. Así de
sencillo. Pero eso no arreglará las cosas. El hecho de que la gente no
lea o vea en los medios los problemas que lo aquejan no desaparece las
calamidades que vienen aparejadas con la quiebra económica del gobierno,
la falta de divisas, el endeudamiento endemoniado, la bestial inflación
o el desabastecimiento. Una cosa es pretender tapar toda la miseria en
que se ha convertido la vida en Venezuela a punta de verborrea y otra
muy distinta, taparla con el silencio forzoso. No resultó la primera
estrategia, tampoco resultará la segunda. Sencillamente son problemas
tangibles para la gente, son materias que la población sufre a diario.
No son cuentos del mundo de la ideología y la filosofía.
Una cola eterna para comprar comida es un problema aquí, en el
capitalismo o en el socialismo. Da lo mismo. Y no hay censura posible
que lo oculte o verborrea que distraiga.
Es tiempo de algo más que papilas.
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