Los Estados forajidos
Por: Fernando Facchin B.
Los
“Estados forajidos” son definidos como aquellos que tienen gobiernos
fracasados, que permiten la violación de los DDHH al igual que la
violación del imperio de la ley y son incapaces de sostener el orden
legal interno, de suministrar eficientes servicios públicos, manipulan
la administración de justicia, impiden la cohesión social, carecen de
legitimidad democrática y rendición de cuentas y tienen debilidad
económica, política y social para mantener la gobernabilidad, actúan
bajo la égida del “derecho de policía” y aplicación del terrorismo de
Estado, quedando inmersos en la corrupción y el crimen organizado.
Cuando
un gobierno apela al uso indiscriminado de la violencia para imponer su
hegemonía está dando claras muestras de su decadencia. No es un hecho
desconocido que detrás de todo gobierno forajido hay un gobierno de
facto que convierte la capacidad de maniobra política en un simple
remedo de presidencia; en una especie de tutela presidencial, donde la
majestad de la Presidencia de la República pierde su razón de ser por
causa de la pérdida de liderazgo.
Los gobiernos forajidos temen a
las libertades ciudadanas y a los DDHH. Temen a las ideas, a la
prosperidad del país, pero sobre todo tiemblan ante la inteligencia de
los ciudadanos; quieren crear sociedades que piensen y actúen como
ellos, leales a ellos, por eso reprimen y exterminan a los que piensan
diferente. Ante esos temores, los gobiernos forajidos pierden la
perspectiva de la conducción del Estado, se llenan de enfermizas
mitomanías y no pasan de hacer el ridículo. En el fondo, el sentido de
poder eterno crea una cobardía manifiesta y lo peor que hacen es agravar
la crispación social y la inestabilidad política.
Generalmente
los ciudadanos en un Estado forajido no perciben la magnitud y
profundidad del proceso de corrupción gubernamental, ni el grado de
deterioro moral de la cúpula gobernante y la responsabilidad
presidencial en esta peligrosa y alarmante situación, donde al igual que
en las organizaciones gansteriles, los cogollos corrompidos se dividen
entre sí el país y las actividades ilícitas llamadas a reportarles a
ellos y a sus socios grandes sumas de dinero.
En este contexto,
con gobiernos forajidos, no hay presente ni futuro para el país y las
crisis tienden a tornarse insoportables y explosivas. El desarrollo
sustentable no se alcanza pensando en llegar a acuerdos con los
responsables de tantas atrocidades contra los derechos del pueblo y
contra el patrimonio de la nación. Se requieren instituciones, realmente
democráticas, honestas, guiadas por el bien común.
En definitiva,
el régimen nacido de la infortunada sucesión está muerto y todavía no
se ha enterado, por ello siempre se refiere a un país que ya no existe
en la realidad. La calidad de las instituciones es lo que realmente hace
que las naciones tengan éxito o fracasen. Lo más lamentable es que la
capacidad de aguante de los venezolanos es infinita y quienes nos
gobiernan lo saben. El prócer cubano José Martí, amante hasta la muerte
de las libertades públicas y los DDHH, dijo: “No hay espectáculo, en
verdad más odioso que el de los talentos serviles”.
Ffacchinb@gmail.com
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