Moisés Naím: Postales desde Venezuela
mayo 11, 2014 8:04 amPublicado en: Opinión
Primera postal: “Moisés
Guánchez tiene 19 años y trabajaba como mesonero en un restaurante en
las afueras de Caracas. El 5 de marzo al salir del trabajo se encontró
atrapado junto con otras 40 personas en un aparcamiento de coches.
Efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana que estaban reprimiendo una
protesta en esa zona comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas y a
disparar perdigones de goma contra el grupo donde estaba Guánchez. Al
intentar salir del lugar, un miembro de la Guardia Nacional se lo
impidió, disparándole a la cara perdigones de goma. A pesar de que no
ofreció resistencia, dos guardias se turnaron para golpearlo, al tiempo
que un tercero se acercó y le disparó a quemarropa en la pelvis.
Guánchez tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en los brazos, la
pierna y un testículo”.
Segunda: “José Romero, de 17 años, fue detenido el
18 de marzo al salir de una estación de metro en Caracas. Un guardia
nacional le pidió su identificación y cuando Romero se la entregó, el
guardia le dio una cachetada y lo detuvo sin mayor explicación. Fue
trasladado a un lugar desconocido donde estuvo incomunicado, amenazado
de muerte y golpeado. Fue obligado a permanecer de rodillas durante 12
horas sin agua, comida o la posibilidad de ir al baño. Durante la noche,
los guardias le dijeron que lo iban a violar y uno de ellos le levantó
la camisa y le quemó. Eso sucedió tres veces”.
Tercera: “El 21 de marzo, en la ciudad de Valencia,
Daniela Rodríguez estaba filmando con su teléfono móvil una marcha que
se tornó violenta. Rodríguez corrió a su casa y cerró la puerta con
llave. Treinta miembros de la policía y del servicio de inteligencia
entraron por la fuerza en la casa arrestándola a ella y a su hermano
Luis”.
Cuarta: “El 13 de febrero Juan Manuel Carrasco, de
21 años, y dos amigos corrieron para alejarse de choques violentos entre
la Guardia Nacional y manifestantes en la ciudad de Valencia. Abordaron
el coche de uno de ellos pero fueron rodeados por 15 guardias en
motocicletas. Los obligaron a salir, los golpearon, les quitaron sus
teléfonos móviles y otras pertenencias y luego incendiaron el coche. De
allí los llevaron a un parque donde los obligaron a permanecer acostados
en el suelo mientras continuaban golpeándoles y pisoteándoles la cara
con sus botas. Uno de los guardias le puso un fusil en el cuello a
Carrasco, y fue bajando el cañón del arma por la espalda, le bajó la
ropa interior y le penetró el recto con el arma, causándole una
hemorragia. A los otros detenidos los obligaron a yacer boca arriba
mientras un Guardia pasaba tres veces con una motocicleta sobre sus
piernas”.
Estos son solo cuatro de un largo inventario de horrores recopilado
por la organización internacional Human Rights Watch (HRW) durante una
visita a Venezuela en marzo. La lectura del informe completo (disponible en la red) es
tan escalofriante como obligatoria. Cada incidente está documentado con
evidencias que no dejan lugar a dudas sobre la veracidad de lo que allí
se relata. Los expertos de HRW visitaron Caracas y tres Estados
venezolanos, llevaron a cabo más de 90 entrevistas con víctimas, los
médicos que les atendieron, testigos, periodistas y organizaciones de
defensa de los derechos humanos. Recabaron centenares de fotografías,
vídeos, informes médicos y documentos legales.
En palabras de José Miguel Vivanco, el director de HRW para las
Américas: “La magnitud de las violaciones de derechos humanos que
documentamos en Venezuela, y la participación de miembros de las fuerzas
de seguridad y funcionarios judiciales en estos delitos, demuestra que
no se trata de incidentes aislados ni de excesos de algunos agentes
insubordinados. Por el contrario, forman parte de un patrón alarmante de
abusos que representa la crisis más grave que hemos presenciado en
Venezuela en años”.
El informe de HRW prueba que el Gobierno de Nicolás Maduro hace un
uso ilegal de la fuerza contra manifestantes desarmados e incluso contra
simples transeúntes. Las severas palizas, el empleo indiscriminado de
balas reales, perdigones de goma y gas lacrimógeno, y los disparos a
quemarropa con perdigones contra personas que están bajo custodia de las
autoridades son actos rutinarios. También se comprobó el maltrato
continuo y sistemático de los detenidos, que en algunos casos puede
considerarse como tortura.
El principal conflicto en la Venezuela de estos tiempos no es entre
quienes promueven el socialismo y quienes creen en el capitalismo, entre
ricos y pobres o entre quienes simpatizan con Estados Unidos y quienes
repudian a la superpotencia. Es entre quienes defienden a un Gobierno
que utiliza la violación de los derechos humanos como política de Estado
y quienes están dispuestos a sacrificarse para impedirlo.
Twitter @moisesnaim
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