Manuel Malaver: Llegó la ´Guerra Asimétrica´ con sus narcomilitares y escuadrones de la muerte
Escrito por NOTICIASALDIAYALAHORA
Domingo, 30 de Marzo de 2014 11:52
Una idea equivocada de la “Guerra Asimétrica” consiste en creer que
se trata de un enfrentamiento entre dos fuerzas o ejércitos, una de las
cuales, supera desmedidamente a la otra.
Para compensar la asimetría, entonces, la “débil” se vería obligada a
recurrir a armas y reglas no convencionales, pero que, con todo, no
violarían el derecho de gentes, ni la legislación sobre guerras civiles e
internacionales. Este sería el caso de la guerra de guerrillas
ortodoxa, en la cual, tanto los ejércitos regulares, como los
irregulares, si se preocupan de algo, es de no violar la normativa
vigente sobre el tratamiento a los prisioneros, heridos y la población
civil, por ejemplo, de modo de ganarse el reconocimiento de gobiernos,
instituciones y países.
No versa sobre estas “minucias” la “Guerra Asimétrica”, que deriva
del colapso de Estados formales que pasan a ser, primero, fallidos y
después forajidos y que atacados por fuerzas militares y/o civiles que
juzgan superiores (y en capacidad de arrollarlos), echan mano a
cualquier tipo de atrocidad con tal de alargar la agonía que conduce al
inevitable final.
Tal se vio, por ejemplo, en los países de la era post soviética en el
Cáucaso y Los Balcanes, que estando atados a macrocentros políticos, al
desaparecer los mismos, se soltaron en múltiples fragmentos étnicos,
religiosos, ideológicos y territoriales que corrieron a enfrentarse unos
a otros para independizarse y, en un contexto, en que desaparecían la
autoridad y el orden y se regresaba al todos contra todos y a la ley de
la selva.
Nacen, de esos días, horrores absolutamente desconocidos por el mundo
civilizado, como fueron, la “limpieza étnica”, el “exterminio
religioso”, la “expulsión de minorías de sus naciones ancestrales” y una
nueva generación de dictadores, de asesinos en serie y violadores de
los derechos humanos que dejaban pálidos a los de los totalitarismos de
Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Pol Pot, la dinastía de los Sung en
Corea del Norte (padre, hijo y nieto) y los hermanos, Fidel y Raúl
Castro (que también aspiran a ser dinásticos).
Pero, igualmente, floreció la alianza de políticos y militares con el
hampa común y la delincuencia organizada, con narcotraficantes,
contrabandistas, perros de la guerra, mercenarios y asesinos a sueldo
que después se llamaron sicarios, que por pagas, negocios o alguna otra
ventaja, se integraban a estos ejércitos de la muerte donde todo estaba
permitido.
Creo que, mutatis mutandi, esa es la situación hacia donde ha ido
derivando una Venezuela en ruinas, que después de 15 años de gobierno
chavista y postchavista, cuya marca de fábrica es un socialismo inviable
y fracasado, el colapso de la política y la economía, una pavorosa
crisis social y los intentos (frustrados) por dividir a la sociedad en
clases, razas y regiones que hicieron del Estado un esperpento
enclenque, fallido y forajido, al extremo de que, al no contar con
fuerzas regulares que lo defiendan ante una vigorosa protesta civil,
política y social, ha recurrido al hampa común, la delincuencia
organizada y maleantes de todo tipo para tratar de sobrevivir ante una
marejada que día a día lo abruma más y más.
El Estado donde el narcotráfico, como poder paralelo, cruzó las
fronteras, tomó alcabalas, carreteras, autopistas, urbanizaciones,
barrios, ciudades enteras, puertos, aeropuertos y, tal como sucedió,
primero, en Colombia, y después en México, hizo alianzas con el poder
político, militar y judicial para tender una inmensa red que ya maneja
entre 50 y 70 mil millones de dólares anuales.
Es la Venezuela del “Cartel de los Soles” y del “Cartel del Líbano”
(ambos aliados de carteles colombianos y mexicanos de la cocaína), de
las decenas de miles de pistas clandestinas de aeronaves en todo el
país, del asesinato del exgobernador de Apure. Jesús Aguilarte, de los
periodistas, Mauro Marcano de Maturín y Orel Zambrano de Valencia y
cuyas historias han querido contar –sin mucha suerte- el exvalido del
régimen, Walid Mackled y el exmagistrado del TSJ, Eladio Aponte Aponte.
Mafias que se han conectado con la llamada revolución o el
“Socialismo del Siglo XXI” por dos vías: 1) Incorporando políticos,
militares, magistrados, jueces y altos y medianos funcionarios a sus
nóminas y negociados.-2) Prestando personal (matones, sicarios y
francotiradores) para los escuadrones de la muerte que la dictadura de
Maduro, Cabello y Rodríguez Torres exhibe en la primera línea de
combate.
Cuando vemos como algunos militares en los altos mandos, no solo no
guardan neutralidad sino que prestan su concurso para que la Guardia
Nacional (y que “bolivariana”) asesine estudiantes, torture, encarcele y
tome a sangre fuego plazas, barrios y urbanizaciones y la Defensora del
Pueblo, Gabriela Ramírez y la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz y el
TSJ salen a legitimar la represión y la violación de los derechos
humanos, no podemos estar sino en la Sarajevo y el enclave Nagorno
Karabaj de los 90.
Bien está que no hemos llegado a los campos de concentración, las
matanzas en masa y los cementerios colectivos de las guerras balcánicas y
transcaucásicas, pero cuando la Defensora del Pueblo, dice que “la
tortura tiene un sentido”, la Fiscal criminaliza la protesta y el
Comandante de la GNB, Noguera Pietri, afirma que allanó apartamentos y
maltrató a los residentes de un edificio “porque desde lo alto les
tiraron a los guardias unos materos”, se percibe que estamos en la vía.
Pero eso no es todo: de día y de noche recorren las calles de las
principales ciudades del país, pueblos y campos considerados como
“rebeldes”, pandillas de civiles en motos, o cualquier otro tipo de
vehículos, encapuchados y armados hasta los dientes, disolviendo
manifestaciones, disparando, asesinando, allanando, saqueando casas y
edificios, quemando vehículos, negocios y todo cuanto encuentran a su
paso.
Son los escuadrones de la muerte, que ya se habían formado como
“colectivos” y tenían la misión (como los CDR cubanos) de controlar
zonas residenciales, y que aliados con el hampa común, son los
responsables de que 25.000 venezolanos hayan sido asesinados el año
pasado.
Forman parte, también, con mercenarios cubanos, de la tenebrosa
Guardia Nacional (y qué “bolivariana”), cuyos miembros, en lo referente a
la represión, son una réplica de las tropas de asalto hitlerianas, los
“Cuerpos Especiales” de Stalin, las “Unidades de Respuesta Rápida” de
los hermanos Fidel y Raúl Castro, y los “Tonton Macoutes” del doctor
Duvalier
“¿Quiénes son?, se preguntaba recientemente la abogada, Defensora de
los Derechos Humanos, y dirigente del Foro Penal venezolano, Tamara
Sujú, en un artículo del mismo título que publicó vía lapatilla.com, y
se respondía:
“Esta pregunta no me abandona desde hace más de un mes. Y cuándo
profundizo, buscando la respuesta, de verdad que me da miedo. Después de
ser testigo presencial de testimonios y pruebas de crueldad y tortura,
después de escuchar narraciones terribles sobre actuaciones de
venezolanos que haciendo uso de la fuerza y del poder de fuego han
disparado contra sus hermanos también venezolanos, me pregunto mil
veces, ¿quiénes son? ¿de qué albañal salieron?”
No exclusivamente de los albañales políticos o ideológicos, abogada
Sujú, sino del hampa común, del narcotráfico y los secuestros, e
incorporados por buena paga a un gobierno que se ha quedado sin apoyo
popular, sin respaldo de masas, y sin pelotones del ejército regular que
se presten a cumplir tareas para las que no fueron entrenados y están
prohibidas en la constitución, un gobierno que optó por hacerse uno con
el hampa de todos los linajes, tal como prescribe la “Guerra
Asimétrica”-
La “Guerra Asimétrica” de la que tanto hablaron los chavistas al
comienzo del régimen sin saber muy bien de que se trataba, confundieron
con una guerra de guerrillas y creyeron se la aplicarían a los
imperialistas yanquis en caso de una invasión al país tipo “Bahía de
Cochinos” (¡qué anacrónicos!).
No presentían que era una guerra sin ley, promovida por un estado
fallido y forajido, pero no contra invasores yanquis, sino contra un
pueblo que se volcaría un día a las calles a gritarles: “Cubanos y
lacayos nacionales…GO HOME”.
Por Manuel Malaver
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