viernes, 28 de junio de 2013


Carlos Julio Peñaloza: El fraude perfecto

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Los Castro han estado buscando la manera de apoderarse del sistema electoral venezolano desde hace décadas y el triunfo de Chávez en 1998 les proporcionó la oportunidad perfecta. Fue entonces que idearon el crimen perfecto.
 El domingo 6 de diciembre de 1998, Fidel convocó a cenar a su residencia privada en Punto Cero a su hermano Raúl y a Ramiro Valdés, su escolta durante el asalto al Cuartel Moncada. Esa reunión en el antiguo campo de golf de Jaimanitas, conocido antes de la revolución como el Habana Biltmore Yacht y Country Club, era muy secreta y estaba bien custodiada por el G2 y la poderosa guarnición militar que lo protege. El tema a tratar era la activación del “Plan Prócer”, el proyecto de control electoral desarrollado por la empresa cubana de informática y electrónica COPEXTEL, dirigida por Valdés. El hecho que Ramiro estuviese encargado de esta organización da idea de la importancia del proyecto para los hermanos Castro.
El trabajo se inició con el apoyo de técnicos de la desaparecida STASI. En los años 90 Copextel fue pasada al Ministerio de Informática y  Comunicaciones. A finales de esa década el proyecto terminó de desarrollarse, con apoyo técnico chino, en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). En ese momento estaban a la espera de una oportunidad para ponerlo en práctica. El triunfo de Chávez fue la circunstancia anhelada  o, como dicen los marxistas, “se habían dado las condiciones objetivas”.
La primera decisión que había que tomar era cambiar las reglas de juego electorales en Venezuela para facilitar el desarrollo del plan. Chávez había promovido la idea de la Asamblea Constituyente y esto permitía hacer los ajustes necesarios para crear un nuevo organismo hecho a la medida. Luego era necesario sacar a INDRA del Consejo Supremo Electoral y reemplazarla por una nueva empresa que vendiera e instalara un sistema de voto electrónico incorporando el software desarrollado en Copextel. Esto último fue el tema tratado en la reunión de esa noche en Punto Cero. Al comenzar la reunión Fidel, feliz por el triunfo de Chávez,  pidió a Valdés que describiera la genial artimaña que tenía en mente.
Valdés explicó detalles de la brillante engañifa que había diseñado. Se crearía una empresa dirigida por ingenieros de sistemas y de comunicaciones de nacionalidad venezolana. A esa compañía -que sería su caballo de Troya- se le permitiría participar en una licitación controlada por ellos, la cual  ganaría. Los equipos a ser utilizados (hardware) y el software serían integrados por la firma que serviría de fachada. Los códigos fuente y una parte del software contentiva de algoritmos ocultos serían provistos en forma anónima por COPEXTEL, a través de una compañía venezolana controlada por Valdés. La empresa licitante no sabría del paquete chileno en que estaban participando y estaría contenta con la apetitosa comisión que ganaría.
Valdés explicó que técnicamente todo estaba a punto. Sólo faltaba crear -o escoger- una pequeña empresa venezolana que aceptara esas condiciones y eventualmente, nacionalizar a la CANTV. Esto último era indispensable porque para mantener oculta la trampa se requería un control total de la red nacional de comunicaciones. A través de CANTV se interconectarían las maquinas de votación, no sólo a la consola central en la sede del árbitro electoral, sino también con otras consolas de control remoto extraoficiales que obviarían la supervisión del CSE. Esto requería que el sistema fuera bidireccional y permitiera transmisión inalámbrica desde las maquinas de votación. Para lograr el objetivo deseado era forzoso integrar un sistema con software y hardware apropiado.
La solución técnica era sencilla: se instalaría un software con código abierto que se podría modificar remotamente desde Cuba. Las máquinas electorales se interconectarían a través de la Internet vía CANTV utilizando protocolos con tecnología VPN para crear una intranet privada del CSE. Para garantizar la confidencialidad del sistema, se instalaría un sistema de cifrado y autenticación. El software cubano permitiría controlar el sistema desde consolas remotas no supervisadas por el árbitro electoral. Los funcionarios del CSE no estarían al tanto de lo que estaba pasado tras bastidores. Los administradores ilegales del sistema utilizarían canales secretos habilitados dentro del intranet del CSE y sería prácticamente imposible ponerlos en evidencia. En resumidas cuentas, se trataba de un crimen perfecto. Adicionalmente al fraude electrónico habría un paquete de medidas de contrainteligencia para engañar al enemigo y hacerle creer que el sistema electoral era perfecto y blindado.
Al terminar la reunión, los hermanos Castro estaban radiantes. El triunfo de Chávez le daría vida al gran proyecto de Fidel. Su imperio hispanoamericano seria una realidad gracias al petróleo venezolano. Ahora solo quedaba esperar que la Constituyente hiciera su trabajo para poner en marcha el plan. Entretanto sus socios venezolanos iniciarían la selección de la empresa que les serviría de fachada. La sorprendente historia de cómo fue escogida en la practica esa compañía y como ganó la licitación. Ese será el tema de mi próximo artículo.

@GenPenaloza

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