Las declaraciones de Jorge Giordani, el gurú económico del comandante, fueron muy claras esta semana en VTV: “En Venezuela, lo regalado se tiene que acabar. El gratis se acabó y el regalado también”.
Sin duda resulta irónico que el chavismo después de 14 años en el poder se dé cuenta místicamente  que la mentalidad rentista de muchos venezolanos le está haciendo un enorme daño al país. Evidentemente el subsidio a la gasolina, el cual fue mencionado por Giordani estratégicamente,  es uno de los tantos sectores en el cual el Estado venezolano pierde mucho dinero.
Diversas firmas estiman que el subsidio de la gasolina en nuestro país está entre 12.500 y 19.000 millones de dólares al año. Las consecuencias de tener la gasolina más barata del mundo, calculada a 3 centavos de dólar el litro, son visibles para todos los habitantes: mal servicio de transporte público, malas autopistas, colapso vehicular, en fin, caos.
Pero la gran sorpresa de las declaraciones de Giordani es que el chavismo justamente ha fomentado esa mentalidad entre sus simpatizantes. Inscribirte en la gran misión vivienda Venezuela te “garantiza” una casa, asistir a marchas de algún dirigente rojo implica recibir las comidas del día y una platica extra, participar en la misión saber y trabajo te asegura algún tigrito mensual y ponerte una camisa rojo en alguna institución pública en pocas palabras te abre las puertas. En conclusión, estar con el proceso es en principio símbolo de “bienestar”.
Ese “bienestar” no solamente es insostenible e irresponsable sino que también resume en pocas palabras la manera de pensar de muchos simpatizantes rojos. Y es por eso que las palabras de Giordani son lapidarias. Parar la regaladera en Venezuela y a nuestros “amigos” internacionales atenta justamente contra la ideología chavista.
Vamos a esperar a ver que dice el comandante de estas ideas del gurú trasnochado. Si al final del día el presidente se deja llevar por estas ideas, esperemos que hayan evaluado muy bien el costo político de ellas. Porque lo que sí es muy cierto es que cambiarle la manera de pensar a los rojos no es tarea fácil y de equivocarse en la forma las consecuencias pueden ser muy feas para la llamada revolución.
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