jueves, 31 de enero de 2013

  Fotografía de la semana: Yoani Sánchez con su pasaporte en Cuba
: Hoy hace 51años, el gob terrorista y narcotraficante d FidelCastro fue expulsado d laOEA por agredir militarmente a Venezuela.
LO CERTIFICO! : HRW denuncia que el Gobierno venezolano intimida, censura y enjuicia a sus críticos 
  los unicos vistos disparando fueron guardia nacionales, los de puente llaguno. No hay fotos de comiosarios.


@salalamndra2011 PRETENDEN MANIPULAR LA VERDAD PERO LOS HECHOS, ARREMETEN TERCAMENTE  CON LAS EVIDENCIAS FÍLMICAS Y FOTOGRÁFICAS, por ejemplo.
Convenios internacionales dicen q los privados de libertad tienen dcho a recibir luz solar 1 hora al día. En SEBIN es 1 o 2 cada 15 días.
: Comunistas hasta que se enriquecen, feministas hasta que se casan y ateos hasta que el avión comienza a caer.
Entre muchos males que sembró el chavismo está el agravamiento de la flojera, el no trabajar de verdad y la mentalidad chula y vividora.
:  A Maduro como que se le “olvidó” la confesión de Aponte Aponte - 
Me indigna q media Venezuela ni le importa ni se indigna x los abusos y atropellos d estos criminales rojo rojitos...
 Maduro no es vicepresidente de nada.  no está juramentado, no es presidente de nada, y no nombró a ese Maduro incompetente, pésimo imitador de su amo; siervo de los dictadores Castro
Bony Simonovis responde al vicepresidente Maduro en Twitter
Nunca me acostumbraré a vivir en injusticia. Agradecida x el apoyo de todos quienes nos acompañan en esta causa, q a veces parece perdida...
Liliana Ortega presidenta de Cofavic califica de "TORTURA" acción del gobierno (usurpador del poder por golpe institucional del TSJ) contra comisario Simonovis al negarle medida humanitaria por su grave estado de salud.
Obsérvese esta miseria: RT :  Por osteoporosis no se entregan indultos humanitarios se da es calcio.
 
 
@salamandra2011 RESPUESTA DEL "USURPADOR" DEL PODER EN VENEZUELA, NICOLÁS MADURO,  Y SIERVO DE LOS DICTADORES CASTRO; ante petición de medida humanitaria de hija del Comisario Ivan Simonovis privado de libertad en condiciones infrahumanas en una celda del SEBIN, gracias a la "justicia de plastilina" denunciada por el propio ejecutor, exmagistrado ELADIO APONTE APONTE. POBRE DE ALMA Y ESPÍRITU, QUIEN EN SU COBARDE ARROGANCIA "TRANSITORIA" LLORIQUEA QUE LO QUIEREN MATAR; COBARDE.
Hija de Simonovis pide clemencia y la respuesta de Maduro a esa criatura de 15 años es brutal, miserable, despiadada.¿Qué tendrá en el alma?
El chavismo es un régimen de distribucion de prebendas y odios. 
No es un gobierno.
Respuesta de Maduro a hija de Simonovis me recuerda a Montaigne:" A menudo he oido decir que la cobardía es la madre de la crueldad".
La confrontacion politica es entre quienes queremos construir un pais democratico y aquellos que estan regalando la patria.
La confrontacion politica es entre los democratas y defensores de la soberania venezolana y los representantes de la invasion cubana.

miércoles, 30 de enero de 2013

Gobierno TITERE y poder INVASOR, mientras las FAN sin Comandante en Jefe pregonan: Viviremos y venceremos !!!
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Con la frente en alto
GUILLERMO A. COCHEZ
Con la frente en alto

2013-01-29 — 12:00:00 AM  El 16 de enero concluí otra etapa de mi extensa vida al servicio público. En mis 33 años como docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá —a la que pretendo regresar al reincorporarme a mis actividades en Panamá— son mis estudiantes los que pueden dar testimonio de mi constante dedicación responsable a la enseñanza. 

Mis más de 15 meses al frente de la Alcaldía de la ciudad de Panamá marcaron una pauta entre lo que eran los sumisos alcaldes bajo la égida militar y lo que debieran ser bajo un régimen democrático. Aún después de 23 años de esa experiencia, me produce enorme satisfacción cuando todavía en la calle haya quienes se refieran a mi como ‘el alcalde Cochez’. Mis más de ocho años en la Asamblea Legislativa como legislador (ahora diputado) dejaron un legado de actividad parlamentaria que marcó una época: el final de la dictadura (84-89) y el inicio de la democracia (91-94). En esos dos períodos la construcción del país fue muy intensa. 

En la primera etapa, creando conciencia frente a los militares y, en la segunda, construyendo las instituciones democráticas que pareciera hay algunos que quieren derrumbar. No podía ser diferente atendiendo una Misión Bilateral en el servicio exterior donde, más que defender posiciones políticas del gobierno que me nombró como lo tiene que hacer un embajador, me correspondía asumir la defensa de principios universales, como el respeto de los derechos humanos, con énfasis en el respeto a la libertad de expresión, y el fomento de los principios incluidos en la Carta Democrática Interamericana, de la cual es signatario nuestro país. 

En los más de tres años y medio que estuve al frente de la representación panameña ante la OEA, procuré hacer algo que pocas veces se hace: informar a la ciudadanía de nuestros quehaceres acá, a través de columnas de opinión en diferentes medios de comunicación, noticias y comentarios. Espero haber cambiado esa imagen de que los diplomáticos sólo la pasan bien de fiesta en fiesta. Creo haber atendido con igual cariño a todos los panameños que acudieron a Washington, ya fuera a presentar alguna queja contra el gobierno, ya fuera para atender algún evento en representación oficial o para asistir a alguna actividad de la sociedad civil o ciudadanos que llegaron para criticar al gobierno como Samuel Lewis Navarro, Juan Carlos Varela, Gerardo Solís, Guillermo Antonio Adames, por mencionar algunos. 

Siempre tuvimos las puertas abiertas para todos: periodistas, líderes indígenas, abogados, estudiantes, escritores, funcionarios públicos, y políticos supieron de su representante en la OEA. 

Eso sí: Me voy con la frente en alto. Como me fui de la Universidad, dejando un registro de puntualidad y excelente evaluación de los estudiantes. Como me fui de la Asamblea sin que nadie pueda decir que usé de los recursos públicos para favorecer alguna campaña personal, siendo uno de los primeros que en el ’90 aclaré con rapidez sobre los escasos fondos que se manejaron en mi partida circuital. Como me fui de la Alcaldía, sin que nadie me tuviese que ayudar a tapar algún entuerto judicial por mí cometido, como se ha acostumbrado en los últimos gobiernos con los funcionarios que se les agarra metiendo la mano y se encuentran las formas para exonerarlo de todo. 

Creo que la destitución que me hicieron lo único que logra es afianzar los principios de libertad y democracia que he cultivado en los casi 50 años que pronto cumpliré de ejercer la política pero con ‘P’ mayúscula. Consolidar los principios éticos y morales que me enseñaron mis queridos padres y los hermanos cristianos de La Salle. Y, sobre todo, seguir hacia delante pensando que la política hay que adecentarla, como tanto hicimos en ese sentido en los tantos años que estuve militando en la Democracia Cristiana, y que de no hacerlo, estaremos llamados a tener un calvario como el que tiene Venezuela desde hace 14 años. 

EMBAJADOR DE PANAMÁ ANTE LA OEA (3 DE JULIO 2009-17 ENERO 2013).
La justicia comunista es un sistema que encarcela inocentes para evitar que el pueblo se haga eco de los que disienten.
La libertad de decidir sobre su destino le otorga al ser humano una dignidad casi infinita. 
Jorge González Moore
 "Y así como los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son esclavos". José Ingenieros
  Menos es más: Ideas para tener en mente al momento de decorar
"Los libros, la lectura y la vida son inseparables. Quien lee aprende a compartir sus experiencias y a amar la vida." Letricia De Letrea

¿Qué haces con ese libro aquí?

Por:  | 30 de enero de 2013
Read
 Rupert Ganzer
- ¿Qué haces con ese libro aquí?
No era la primera vez que oía esa pregunta, pero sí la primera que me percaté de una conducta compulsiva: simplemente no podía dejar de leer. Tampoco podía dejar de llevar un libro a donde quiera que fuese. Era la boda de una prima mía, yo aún era un adolescente universitario y como el libro que estaba leyendo en ese momento no entraba en el bolsillo de mi saco, lo llevaba en la mano. Lo traía conmigo para leerlo en el taxi o microbús que me llevó hasta la iglesia. Pero no descartaba abrirlo en algún momento de la ceremonia o de la fiesta y avanzar una o dos páginas. El francés Charles Danzig dice en su libro ¿Por qué leer?: "Más de un parquímetro de París se ha conmovido al oír que le pedía educadamente perdón después de haberme chocado con él, leyendo algún libro". En Lima no hay parquímetros, pero sí me he disculpado con algunos postes.
El origen fue la biblioteca de mi padre. Mi padre no fue un gran lector, era ingeniero y economista y prefería ver televisión o películas en vhs, pero sí fue un coleccionista. No podía evitar coleccionar todo aquello que estuviese numerado y lo vendiesen en supermercados o kioskos. Antes de que yo naciera, logró hacerse de una colección de libros de Ariel, una editorial ecuatoriana, que se dividía en dos: libros serios para adultos y libros clásicos condensados para jóvenes, con ilustraciones. Esas colecciones de Ariel me convirtieron en un lector compulsivo: leía, en estricto orden, las resumidas aventuras del Capitán Nemo, Robinson Crusoe o el Quijote y disfrutaba de los dibujos. Tenía 8 años.
Una noche, descubrí que mi abuela, que vivía con nosotros, todas las noches sacaba uno de los libros y al dia siguiente lo dejaba en su sitio. Sentí envidia de que pudiese leer en una noche lo que yo demoraba semanas. Me dediqué entonces a competir con ella silenciosamente, como libraba todas mis batallas en esos años. Al principio, por más que insistía en quedarme largas horas por la noche despierto, no podía alcanzar la velocidad lectora de mi abuela. Nunca le mencioné a ella, ni a nadie, esa competencia, pero sí celebré cuando conseguí leer un libro al día: una biografía de Napoleón que tenía exactamente cien páginas. Hace unos años comenté esta anécdota por primera vez en público. Mi madre se rió y me dijo que mi abuela, fallecida hace años, solo leía las ilustraciones y pasaba las páginas. Es probable, pero de todos modos le debo a ella mi oficio y los momentos más extraordinarios de mi vida.
Por cierto, la página 100 de cualquier libro se ha convertido en un mito. Cuando llego a ella, por más páginas que tenga el libro, me detengo un rato a descansar y siento que he conquistado un Everest; lo demás es coser y cantar.
Cuando entré a la secundaria empecé a leer las colecciones de la editorial colombiana Oveja Negra, que incluía Obras Maestras del siglo XX (con la seriedad de sus tapas marrones que imitaban el cuero) y Grandes Bestsellers en las que podía aparecer cualquier libro que hubiese sido llevado al cine, por lo tanto una semana tocaba Graham Green, Herman Melville o Lampedusa y la otra Margaret Mitchel o León Uris. No discriminaba. De esas colecciones, el único libro que confieso que no pude pasar de la página 100 (y siento aún hoy algo de culpa) es la investigación Todos los hombres del presidente, enfangado en detalles de la política norteamericana tan específicos y una lista de funcionarios del gobierno de Nixon que me hizo sufrir más que la genealogía de los Buendía.  
Después de leer un extraordinario post en el blog The Million de Michael Bourne, titulado "My New Year’s Resolution: Read Fewer Books", me pregunté cuánto habían cambiado mis hábitos de lector en estas décadas. La respuesta fue dura. A diferencia de mis años universitarios, ahora puedo comprar más libros pero tengo menos tiempo para leerlos. Calculo que entre los 20 y 30 años leía un promedio de tres libros a la semana. Esa medida bajó muchísimo, como le sucedió a Bourne, cuando tuve un hijo y un empleo a tiempo completo (además de mi afición a ver series de TV). Actualmente, algo más de un libro por semana es mi promedio y también creo, como dice el artículo, que una meta de sesenta libros al año es realista.
Con esa convicción, empecé 2013 en una casa de playa y pude leer tres libros en cuatro días. Me sentí feliz, radiante, rejuvenecido. Fue una ilusión, pues en la ciudad mi ritmo ha vuelto a ser el de los últimos años pero confío que llegaré a los sesenta libros, incluso proponiéndome algunas lecturas largas (la biografía de John Cheever me espera en el próximo feriado largo, y quisiera releer este año los dos tomos de la biografía de Nabokov). Desde luego, sé que la velocidad no implica una mejor lectura, y probablemente alguien pueda argumentar sólidamente que leer un solo libro durante todo el año puede ser una experiencia más enriquecedora que mi meta de sesenta libros en un año. Da igual. Existen muchas maneras de leer y muchos tipos de lectores. Yo soy de los que leen en el ascensor y se golpean con los postes. Repasando mi vida, veo que han sido realmente pocas las ocasiones en las que he salido de mi casa sin un libro en la mano. Y la sola posibilidad de encontrarme atrapado en un sitio sin nada que leer me crea una angustia anticipada. 
¿Por qué llevé un libro a un matrimonio? Pues porque soy un lector compulsivo, porque siento que cuando no leo estoy perdiendo el tiempo, porque desde niño los libros son parte importantísima de mi vida, porque aprovecho cualquier ocasión que estoy a solas para leer y sobre todo porque, como dice Dantzig, "Leer es mucho más interesante que entretenerse".
No Tengas Miedo:"Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo al cambio". Octavio Paz

martes, 29 de enero de 2013

7 pasos para generar y mantener el amor por la lectura

Jueves, 6 septiembre 2012, 10:28 | Category
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La forma de enseñar literatura en el aula es una fatalidad. Es una especie de brebaje de aceite de bacalao que hay que tomar porque sí, so pena de que los “maestros” nos incuben a la fuerza diez tomos en formato papel de la Enciclopedia Británica. Eso de estudiar literatura a partir de nombres de escritores, y de sus fechas de nacimiento o muerte, o en largos ensayos “sobre autores y sus obras”, es la forma más efectiva de matar en la raíz el interés de los niños y adolescentes por el libro y sus delicias.
 No es raro entonces que, ante esa paliza intelectual de los primeros años, ya adultos o viejos asociemos rápidamente y sin ningún margen de duda, un ejemplar de más de 900 páginas deliciosas de Don Quijote, o de Los Miserables, o de Guerra y Paz, con un pesado ladrillo de barro refractario.
Leer es un acto personal, muy íntimo, en el que los libros no esperan de nosotros sino la complicidad del silencio. Para ello se requiere haber conseguido un estado de plenitud espiritual, y sobre todo una firme vocación para la sorpresa.
Y como lo señala Marina, que al internarse el lector por los senderos de sus líneas, deje atrás el lugar donde está, las preocupaciones en las que vive…
Para lograr esos estados ideales en el ser humano, para condicionarlo en el amor a la lectura, algunas de estas cosas que citamos a continuación, ayudan. ¡Nunca es tarde!
Tener libros en el hogar.
Una biblioteca personal, no necesariamente numerosa, es un buen ejemplo para los más pequeños. La existencia de libros en casa, al alcance de la mano, despierta su curiosidad, aviva sus ganas de conocer qué hay dentro de esas cajitas de papel apiladas verticalmente, o unos sobre otros, o desparramados por doquier.
Tocarlos, tocarlos, y volverlos a tocar.
A los libros hay que tocarlos, mirar el color de las tapas, acariciar el papel, hojearlos con desinterés, como el que no quiere la cosa, pero queriendo. Dejar que las hojas se abran al azar, despacito, justo donde se nos muestre premonitoriamente una palabra o una frase que nos hable directamente al alma. Hay que perder el temor ante los libros, y brindar confianza para que la gente siquiera los toque, los manosee. Aquí no aplica aquello de “no tocar”.
Disfrutar el olor de los libros.
Hay que olerlos, adueñarse del libro a través de los olores, apreciar con el olfato esa aventura que se nos ofrece sin malas intenciones, sólo esperando que seamos ese aliado cómplice que la quiera vivir, o que por lo menos lo intente.
Leer, leer y leer.
Dejemos que el instinto guíe la aventura. La clave es leer, y leer, y seguir leyendo. Al comienzo será un tanto a ciegas, sin mucho criterio entre lo que es bueno o lo que es menos bueno. En todo caso, lo que importa en esta etapa es que se pierda el miedo, que se rompa el hielo, que la lectura sea una posibilidad nueva, deliciosa.
Hacer del libro una aventura.
Pasado ese temor inicial, la lectura ha de ser una aventura, una apuesta a la felicidad. Como dice Marina, una aventura en la que, como el explorador que avanza intrépido por la selva, siente que la maleza se vuelve a cerrar, tras su paso, acogiéndole en un mundo de orquídeas y lianas, mariposas gigantes con ojos en las alas, rugidos de panteras y gritos de Tarzán. Todo el mundo sabe que una biblioteca es como un bosque, concluye Marina.
Contar con un aliado.
¿Y con quién nos embarcamos en esa aventura? – pareciera ser la pregunta pertinente. Otra vez el instinto puede servir, lo esencial es que la compañía nutra y no aburra. Como en todo viaje, hay cómplices de viajes, en este caso en la aventura de leer: una buena librería, especialmente de literatura, filosofía y temas diversos que puedan avivar el espíritu y la curiosidad por los asuntos que nos hacen humanos; un buen librero y no un vendedor de libros. Un librero gentil que nos adelante pasajes de las maravillas del viaje; un buen amigo avezado que nos recomiende, y que nos guíe.
Elegir los compañeros de viaje.
A estas alturas, ya estaremos preparados para escoger a nuestros acompañantes, habremos adquirido las destrezas de un boticario del alma. Todos sabremos, más o menos con cierto tino, escoger entre lo que sirve para el marketing y lo que es útil para el espíritu. De cualquier manera, no está demás invitar con frecuencia a esos viajes a los buenos amigos de antaño: Cervantes, Montaigne, Faulkner, Conrad, Kipling, Kafka, Victor Hugo, Dostoievski, Joyce… y por qué no, siempre hay que dejar un espacio también para Schopenhauer, Russell, Arendt, Borges, Sábato, Ribeyro, Paz, Cortázar, Pizarnik, Cadenas, Montejo…
Norah, hermana de Borges, afirmó en una ocasión que la pintura es el arte de dar alegrías con formas y colores.
“Yo diría -sostiene Borges- que la literatura es también una forma de la alegría”
Asumamos, pues, la aventura del libro, de la lectura como placer mayor, y para eso nos puede servir para el final esta frase de Vicente Aleixandre:
“Oye este libro que a tus manos envío con ademán de selva”.
¿Y los libros digitales? -preguntarán los más contemporáneos.
Esa es otra historia.
* Abogado especialista en derecho de autor
Director General de @sacven
@rafaelfarinas